El Rey dice

Juego inocente del colegio, lleno de contenido emocional y a su vez político. Recuerdo que en el aula de clases cuando había suficiente bulla, una de las estrategias mas efectivas era jugar El Rey dice. La maniobra era iniciada por el profesor (El rey) y propagada por 2 o 3 personas que si bien hacían parte del ruido, les encantaba jugar y a su vez saber que hay un rey que pone órden al curso.

Pasados los años de primaria recuerdo haberlo ejecutado como zombie miles de veces, sin pensarlo mucho me paraba, hacía las maromas respectivas y yo continuaba en mi lectura o en mis dibujos o en dado caso haciendo bulla. Durante el bachillerato, el Rey dice parecía una actividad de nunca acabar. La propagación del fenómeno era la misma repieténdose sin variación significativa. Yo terminaba preguntándome si debía o no levantar las manos cuando el rey mandaba.

Cuál era el propósito de 60 segundos de maromas? Todo permanecía en el juego, y la forma de control disciplinario. Sin embargo, tocado, por entender un poco mas sobre el Rey dice y su "dinámica" empecé a ver la repetición del fenómeno en varias escalas de la vida. En mi familia, en el vecindario, la novela de las 7 (el sonar de la música y todos se paralizaban), en la política del país, y casi como una actividad rutinaria toda Colombia jugaba el Rey dice.

La normalidad de la situación me llevó a pensar que el rey dice es una necesidad. Alguien tiene que decir algo y guiar a las ovejas por el buen camino. Fué cuando para bien o para mal mordí la manzana del árbol de la vida. Porqué? y cual es el buen camino? y si será que es el buen camino? Porqué alguien y no todos, colectivamente?

Los años pasaron mientras veía caer a mi país en los festines del juego, pasándose la bola entre narcos y paracos, política y narcos, corrupción y política y todo el país jugaba el Rey dice. Decidí no volver a levantarme de mi silla para jugar el mismo juego durante el colegio, asumiendo las consecuencias de desobediencia y tal vez de rebelión que me fueron imputadas.

El Rey dice se ha convertido en la actividad mas arraigada al cerebro Latinoamericano. Caudillo, dictador, presidente perpetuado, político, terrateniente y sacerdote. Toda la construcción de un lenguaje alrededor un "modus vivendi" de ciega obediencia que compone parte de nuestra identidad basada en una necesidad de control externo y no de autoregulación, instrospección, autocontrol, pensamiento y autoconocimiento.

La necesidad de alguien que mande y piense por todos es el fin de nuestras libertades.
Literalmente una democracia de temporada y una sociedad de borregos durante todo el período.

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