Des - motivación

Durante mi estadía aquí en Colombia, país que desconozco o aún no resuelvo si lo desconozco o me desconozco en él, he viajado atrás en el tiempo y encontrado hitos importantes sobre quién soy y porqué fuí como fuí en esta sociedad.

Al llegar a Francia, el brote efervescente de la sociedad latinoamericana hervía con la sociedad europea, el choque cultural me hacía recurrir a artefactos alimenticios, sobre la forma de hablar, mirar, comer, vestir que en su momento encontraba intolerables. Pero realmente el que tenía que aprender era yo. Al pasar el tiempo, expugné mis prejuicios, finalicé mis relaciones sentimentales y dejé en "standby" las amistades de la infancia que por razones de la vida misma y su dinámica me llevaban a charlar con ellas muy esporádicamente.

El tiempo pasó, y empecé a vivir mi vida. Sin dueños sin ligaduras ni nacionalidades. Me dí cuenta que Colombia es un país antiestético y rudo. Un prejuicio con el que llegué a Paris y con el cuál argumenté muchas veces en contra de las "malas actitudes" Francesas.

Todo era mi propio reflejo. Antes cuando era mas Colombiano que ahora (y explicaré porqué hoy no lo soy tanto), tiende a creer que por hacer escándalo al saludar es el tipo mas amistoso, frugal, inteligente y jovial del planeta; en términos coloquiales un "bacán" y que por reirse y abrazarse con un amigo es marica, que por saludar en las mañanas se somete como subalterno a quién recibe el saludo y que si no habla duro y con mamadera de gallo o un tono juguetón cuando ejecuta un trabajo que requiere seriedad, entonces es mala clase, engreído o prepotente etc etc.

La aparente incomodidad Francesa llegó con la comida. Solo salchichas, pescados, y una cantidad de manjares desconocidos para mí con vegetales precocidos o preparados eran el menú en el Carrefour, los cuales solo mi mamá y mi abuelita saben cocer y si estaban precocidos entonces ni los determinaba porque "en Colombia todo lo que se come es fresco - teóricamente". Uno es ciego en esos momentos de orgullo patrio y euforia nacionalista. El año avanzaba y mis Colombianadas se veían reducidas por mi inteligencia al ver y comparar la practicidad y el valor del trabajo. El verdadero trabajo.

Aquí hay una diferencia importante y déjenme explicarla. Al llegar a Colombia, el primer Sábado. Hubo pesca en las represas de mi abuelo; y allí se invitó a colaborar con el trasmayo a varias personas cercanas a la finca. "Trabajadores" del común, gente del campo. Entre ellos quién descamaba parecía un tipo bien alentao con seriedad y casi todo el equipamento para hacer su trabajo; delantal, cuchillos, botas etc. Me puse a conversar con él sobre su vida y sobre mi vida mi aburrida y analítica vida. Al notar que la conversación se me salía de las manos, decidí averguar algo sobre el señor, y siendo algo atrevido decidí preguntar una estupidez. - Señor y usted porqué trabaja? - Él se me quedó mirando como atónito trastabilló de la rabia y al mismo tiempo de lo obvia de la respuesta. Pude ver como mis palabras penetraban en su vida y recorrían sus puntos mas débiles, pude ver como sus ojos se bambolearon de lado a lado con algo de confusión y una respuesta combinada con lamento y todo solemne y sabelotodo, decía. Pues para alimentar a mi familia!.

Entiendo la respuesta, y comprendo todo el dolor que por infinitesimal que fuese, le causé al escamador ese día. Y es que recordarse a uno mismo lo miserable que puede llegar a ser o és con preguntas obvias es bastante doloroso. Lo he hecho conmigo mismo muchas veces.

Al escuchar la respuesta, aligeré mi cuerpo, bajé la cabeza, desentoné mi voz para confundir un poco y desvanecer el tono imperativo de la pregunta y me adelanté fingiendo sumisión o como (perro agachao) y repliqué. Y usted no trabaja para mejorar su trabajo? uno trabaja por la comunidad. El dinero llega de facto (de una en términos costeños, sin embargo hace alusión a dinero fácil o ilegal así que no lo considero como una opción), los servicios valen por si mismos y los propósitos de esos servicios son comunitarios e individuales y ambos son igualmente válidos y necesarios pero deben ser y estar a la par.

El hombre bajó la cabeza y remilgó diciéndo que la sociedad debería ser lo uno o lo otro así y asá en fin. Un puñado de ideas en su cabeza, lamentos innatos, por la trágica cadena de eventos que este país tiene que ofrecer y yo lo comprendo, comprendo que explotó en una queja contra la sociedad, de la cuál él también hace parte. En ese momento me dí cuenta de que la tarea para concientizar y lograr un lenguaje común entre la sociedad Colombiana y estandarizar los modos de trabajo, mejorar los servicios, mover la industria desde abajo, pensar socialmente y planificar en comunidad lo que es igual a gobernabilidad. Es titánica y es acerca del lenguaje su uso práctico y su estética.

Si el trabajo no está articulado en un lenguaje común, si la dinámica comunitaria no se consolida en un lenguaje eficaz para cooperar, ser creativo y optimizar las actividades. No hay una cultura en evolución solo parches de ella. A esto es a lo que comúnmente mis conocidos llaman, diversidad cultural.

El descamador remató la conversación con una frase muy interesante luego de haber hecho catársis por treinta minutos en una queja reiterativa durante los cuales sus circuitos neuronales oscilaban entre las mismas memorias una y otra vez con distintos tonos de voz y expresiones faciales para exagerar, recalcar o reforzar su discurso en pocas palabras convencer y concluye: - La verdad es que uno no trabaja en equipo porque apenas lo ven a uno formado y con ganas de trabajar, los patrones lo desinflan a uno diciéndole que no sirve para nada, que no se las venga a tirar de nada y los compañeros empiezan a lamerle al jefe diciendo que trabajan mas barato y el equipo se desarma y uno queda desmotivado -.  Quedé atónito por su exacta disección de lo que sucede. Sabias palabras - pensé - y también pensé en las tantas veces que durante mi infancia, adolescencia y adultez yo era llamado el chacho, el sabelotodo, naturalia, el dougnut etc etc cuando alguna habilidad natural salía a flote y uno exploraba la felicidad de poderla ejecutar. Hoy para mí son burlas que de alguna forma recuerdo con risa.

De cualquier forma lo que este señor en su estrato socioeconómico expresó con esta frase, yo también lo viví en mi estrato socioeconómico. Algo en común y tenía que ser negativo.

De manera curiosa ayer tuve otra experiencia similar, cuando una niña de rasgos sinuanos alta de alrededor catorce años, se acercó a entregar un par de perros calientes en la mesa del bar donde estábamos. Ella muy joven y bien cuidada por su mamá o abuela pues su piel estaba en buen estado y su estructura ósea bien desarrollada, sonrió a toda la mesa cuando llegó. Yo le devolví la sonrisa y asentí dándole las gracias amablemente a su vez con un toque coqueto de esos que cuando a uno se los hacen les realza el alma y el espíritu. Me sentí  libre haciéndolo y noté que a ella se le iluminó el rostro y de manera muy mesurada, respondió de manera cordial, como humanos en plena comunicación, al natural, creando buen ambiente y fortaleciendo los lazos de fraternidad. Al terminar las rápidas interacciones humanas de lenguaje corporal, recibí un comentario "gracioso" de mi conocida de al lado. - Ya le echaste el ojo a la que trajo los perros! -. Dos cosas me molestaron de la frase: i) echaste el ojo: que prácticamente significa que me la comí (sexualmente) con la mirada en costeño Colombiano ii) a la que trajo los perros: forma despectiva que no se hubiese usado si "la que trajo los perros" fuera una niña del recreo (barrio de estrato económico alto de Monteria). Inmediatamente la niña se apartó y cuando entregó el cambio del billete giró su cabeza rápidamente y yo no fuí capaz de decir ni mú. Totalmente cohibido y desmotivado por la reacción de mi vecina de asiento.

En teoría el comentario debió ser gracioso para mí hace un tiempo. Pero ahora ya no. Y nunca mas.
A pesar de lo inócuo de sus palabras, causó doble daño. Inhibió mi amable reacción y desmotivó a la pequeña a trabajar esa noche ser amable con el cliente y dar un buen servicio a la comunidad comedora de perros calientes. La auto desmotivación y la desmotivación al compatriota se esparce como plaga en esta nación. Desmotivación de trabajar, de ser bueno, de vivir en paz, de pensar bien del otro, de socializar amablemente con la gente sin prejuicios ni lenguaje coercitivo.

Así es Colombia, producto de la negación injusta de los derechos y deberes, plena en sus castigos y falsas expetativas, llena de ansiedades por tener rápido y ya, para echar en cara y devolver todo el dolor que le han causado a cada individuo toda esa presión desmotivadora.

Lo sé lo sé ustedes estarán pensando que se sienten libres y muy motivados y seguro se recuerdan en plena parranda o con una cerveza en la mano en unas vacaciones. Pues de hecho esa es la única motivación que este país vende a diestra y siniestra a ustedes los pobres Colombianos víctimas de una maquinaria de sumisión y fiesta.

Esa es la razón por la cual no soy tan Colombiano. Su gente de la que tanto hablan que es la maravilla, solo se porta bien con el extranjero porque no lo desmotiva y está dispuesto a servirle y a mejorar su trabajo. Somos dos Colombias, una de puertas para afuera y otra de puertas para adentro que es vacía, vulgar y floja.

Andrés

Comentarios

  1. Tooooda la razón. Y en lo de 'la que trajo los perros', coincido contigo. A mi me pasa... a veces me cohibo de sonreirle a alguien por evitar el comentario soso de que estoy coqueteando.

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  2. Interesantísimo el post. Te sigo, me interesa seguir leyendote. Estoy con poco tiempo, saludos.

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