La Misteriosa Danza del Olivo

La brisa que no sucumbe dando frente a las colinas de la mente,
el cielo que se extiende dominante y lejano como omnipresente,
las palabras fluyen en el baile de nuestras almas sinceras y libres,
entran con el aire en las esquinas de mis sensaciones,
lento pensar lento caminar es el flujo constante del río que ambos seguimos.

En la orilla su piel huele a la hierba que estremece mi corazón,
que late atento y anestesiado respirando bocanadas de su aliento dulce y cercano,
ella dorada en su aspecto ella tostada por la entrada del sol veraniego,
se mece al viento libremente con sus labios rojizos que me cautivan,
y bajo los olivos me cosquillean encarando la brisa fría del norte,
mientras izo mis velas a la mar de la imaginación y mi corazón late de júbilo,

En un instante el baile del olivo comienza bajo la cúpula de un microcosmos,
con sus ramas tocando el firmamento roza al viento cantando la dulce armonía,
ya entre los recobecos místicos en las esquinas del cenit haciendo ritmo,
sus movimientos conquistan los puentes del espacio y el tiempo,
mientras sus manos ramifican el cielo bajo la lluvia goteando ondas de tiempo,
que caen y llenan las lagunas de sus ojos intensos, bellos y traviesos,
en un baile de destrucción y creación perpetua. La complicidad entre los dos,
un entendimiento natural bello entre el mar y el cielo.

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